Tú pones adverbios indeterminados cuando hablamos de nosotros: algún día, tal vez, quizás.
Eres fácil de definir, la persona más inteligente que conozco sin lugar a dudas. Me has tendido la mano cientos de millones de veces, casi que todas las que te he necesitado siempre has estado ahí. Y no, no voy a mentir y a decirte que nunca me has fallado, lo has hecho en poquísimas ocasionas que puedo contar con mis dedos pero que duelen.
Tú eres quien me hace feliz con una sonrisa y quien me regala las mejores carícias, las más dulces.
Me coges de la mano y me guías escaleras arriba hacia tu
habitación. Me enseñas tu rincón secreto. Tu escondite después del
piano. Los papeles y las fotografías inundan las paredes mirando como
nos besamos.
Te encanta que te despierte a besos y trate de morder tu cuello, aunque siempre me muerdes tu primero. La ropa sobra cuando estamos juntos, sólo nos necesitamos el uno al otro, poco más. Las notas del piano se quedan mudas mientras tocas nuestra canción y me dices que no la volverás a tocar nunca más aunque sabes que es mi favorita, pero tú lo haces solo por rabiar.
No obstante, cuando quieres tú eres quien más daño me hace y quién más lágrimas me hace derramar, pero después me las secas.
Tú vas a tu marcha llevándome detrás.
No hay comentarios:
Publicar un comentario